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lunes, 10 de marzo de 2014

“Su belleza es su mecánica”… O la importancia de armonizar la estrategia y la táctica en las organizaciones

Cuando yo aún era un niño, un fabricante de coches publicitaba uno de sus modelos con el eslogan “su belleza es su mecánica”.

Es evidente que los creativos de la época, siendo conscientes de que el resto de los atributos del vehículo no serían percibidos como beneficiosos - de una manera general - por los potenciales compradores, utilizaron como impacto fundamental de su campaña el atributo fiabilidad mecánica; y os aseguro que lo consiguieron.
Alcanzaron el éxito porque, por aquel entonces,  el consumidor era sensible a dicho argumento debido a que, en general, la fiabilidad mecánica de otros modelos competidores era inferior, aún estando dotados de carrocerías más bellas y equipamientos más completos.

¿Creéis que hoy hubiese sido posible una campaña así?

Está claro que no, dado que el comprador actual da por hecho que la fiabilidad mecánica y la seguridad están garantizadas en cualquier vehículo, por lo que no pueden publicitarse como un beneficio para el cliente.
Además, las personas que van a comprar un coche están buscando un producto equilibrado en el que encuentren satisfacción a sus necesidades y expectativas referidas, entre otros aspectos, a los siguientes atributos:
·                     Diseño exterior e interior
·                     Prestaciones
·                     Consumo de combustible
·                     Comportamiento dinámico
·                     Seguridad
·                     Mantenimiento
·                     Precio

Ningún vehículo sobrevive a su lanzamiento en el mercado si no presenta un adecuado equilibrio entre estos aspectos.
  

En una organización también es imprescindible el equilibrio

En las organizaciones también es obligatorio este equilibrio, de manera que no podrán ser sostenibles en el tiempo aquellas que se olviden algunos de los aspectos fundamentales de la gestión y se limiten a la belleza de ciertos elementos…
Pero, atención, no me refiero al caso de estrategias de diferenciación- que siguen siendo tan válidas, o incluso más, que hace unos años – sino que me refiero a la necesidad de equilibrar y dar coherencia, entre otros, a los siguientes elementos:

  • ·                     Estrategia y Táctica
  • ·                     Misión, Visión y Valores
  • ·                     Políticas
  • ·                     Necesidades y expectativas de stakeholders
  • ·                     Despliegue de planes estratégicos y operativos
  • ·                     Equipos humanos

Si este equilibrio falta, la organización carecerá de atributos globales beneficiosos para sus grupos de interés, ya que se estará centrando, en el mejor de los casos, en “la belleza está en la táctica” - priorizando, por ejemplo, el control de indicadores muy básicos de gestión, pero ignorando hacia dónde se dirige, cuáles son los retos de futuro; en definitiva, caminando sin parar, pero sin dirección y evaluación clara de riesgos en la ruta– y, en el peor de los casos, acabará devorada por ineficiencias, competidores, condiciones cambiantes de mercado, insatisfacción de empleados, proveedores o clientes, etc.
Por el contrario, si se centra en “la belleza está en la estrategia…” , pero es incapaz de trasladar la estrategia a planes operativos ejecutables, estará cometiendo el error de quedarse en las Musas y no pasar al teatro… lo cual se traducirá también en un fracaso a medio plazo.


En una organización ¿es más importante Excel o PowerPoint?


A lo largo de los últimos años he tenido ocasión de escuchar a algunos directivos afirmando que “el secreto del éxito en estos tiempos consiste en usar menos PowerPoint y más Excel…”
De entrada, he de confesar que manifestaciones de este tipo – y, mucho más, en el caso de responsables de empresa – me dejan perplejo ya que, aún tratando de hacer una interpretación benévola de las mismas (suponiendo que la estrategia, las políticas, los planes  y las grandes líneas de actuación se reflejan en diapositivas y que las acciones operativas, cifras e indicadores se manejan en hojas de cálculo), lo cierto es que reflejan un claro desconocimiento de la realidad o, como decía mi viejo profesor, una carencia manifiesta de competencias de gestión.
¿O es que se podría afirmar, por ejemplo, que en una ópera es más importante el libreto que la partitura? ¿O la partitura que el reparto de artistas? ¿O el libreto que la orquesta y sus profesores?

O, volviendo al anuncio con el que comenzaba este artículo, ¿se puede volver a afirmar que la belleza está en la mecánica…? ¿Se podría decir que un buen piloto es aquel que solo mira al cuadro de mandos del coche, pero que aborda la carrera sin estrategia y sin reformularla en función de las circunstancias?
Estoy seguro de que la mayor parte de los lectores estaréis de acuerdo en que la respuesta a las preguntas anteriores es negativa: lo importante, en todas las analogías anteriores, es el equilibrio y coherencia.
No hay organización que pueda sobrevivir si no es capaz de equilibrar todos sus aspectos de gestión, comenzando por diseñar su mapa de viaje: hacia dónde quiere ir, cuándo quiere llegar, de qué manera, con qué medios y con qué equipo humano.
Por tanto, es imprescindible manejar adecuadamente todas las claves que permitan asegurar el éxito a largo plazo, para lo cual es necesario poner en marcha estrategias y tácticas adecuadas, satisfactorias y revisables a corto y medio plazo, con papel, calculadora, hoja de cálculo, diapositivas, bases de datos, etc.; pero sobre todo, y antes que nada, con análisis estratégico, audacia, sentido común y… ¡suerte!

La confesión final…

El primer coche que me pude comprar - de segunda mano y muy viejo, por supuesto – fue un fantástico Renault 4  y, sí, tengo que admitir que su belleza era… ¡su mecánica!

domingo, 9 de marzo de 2014

No ha sido el síndrome de la página en blanco...

Hacía varios meses que no añadía una nueva reflexión a esta bitácora; es cierto.

Seguramente, muchos de vosotros habréis pensado que esta iniciativa había llegado a su punto final antes de que hubiese tres entradas, y os confieso que, en vuestro lugar, yo compartiría vuestro pensamiento.

Unos, habréis atribuido este silencio a la falta de tiempo.

Otros, habréis pensado que la decisión de arrancar con la bitácora había sido fruto de una reflexión precipitada.

Y, probablemente, muchos de vosotros estaríais convencidos de que comenzaba a sufrir el síndrome de la página en blanco, tan de actualidad literaria tras la publicación de la fantástica novela de Joël Dicker "La verdad sobre el caso Harry Quebert"

Lo cierto es que los últimos meses han sido muy intensos y he tenido que abordar múltiples retos organizativos y personales, a la vez que continuaba madurando algunas ideas relacionadas con el modelo de gestión del que os hablaba en la última entrada.

Tras poner en marcha recientemente otra etapa de cambio personal y profesional, retomo mi actividad y, mañana mismo, habrá una nueva en este blog.

¡Espero que os guste!